miércoles, 23 de marzo de 2011

Recuerdos del Webmaster con Pedro Antonio Urbina


Conocí a Pedro Antonio en la primavera de 1982. Lo recuerdo como si fuera hoy. Yo era un estudiante de COU por aquél entonces y teníamos que hacer un trabajo para la asignatura de Literatura sobre una novela suya, “Gorrión solitario en el tejado“. Como nadie conocía su obra y todos estábamos muy nerviosos con el trabajo, vino a darnos una conferencia.
Gorrión solitario en el tejado
En aquella época andaba yo algo perdido, quizá por la edad, quizá por la falta de referentes, quizá por las malas compañías, quizá por la inmadurez y la falta de rumbo que suma todo eso… El caso es que la aparición de Pedro Antonio fue providencial en mi vida. Hasta ese momento y en lo que se refiere a mi formación académica, quería  estudiar Historia, era lo que siempre me gustó. A decir verdad no me interesaba otra cosa que la historia antigua y la prehistoria, pero después de aquella conferencia quería escribir. Yo ya llevaba desde 1979 componiendo, y lo hacía muy, digamos, en secreto o en la intimidad, y él fue el primero que leyó mis libros. Para mí que un escritor que publicase libros leyera mis cosas era algo que me sacaba de mi interioridad, y eso cambió mi vida. La historia dejó de interesarme como antes y la literartura pasó a un primer plano, justo al revés que ahora, aunque ésto debería matizarlo y no es el momento.
A penas recuerdo nada de aquella conferencia, el profesor de Literatura que teníamos, Paco de Andrés nos lo presentó a la clase, y Pau nos debió de hablar sobre la novela y el personaje de Eros. Recuerdo que una de las cosas que nos dijo Paco, antes, o quizá después de la conferencia, es que era similar -aunque diferente- a “Muerte en Venecia” … Decididamente “Gorrión solitario en el tejado” era una novela peculiar, muy diferente a todo lo que estábamos leyendo por aquél entonces -que era mucho-, y también muy diferente a todo lo que he leído después. He realizado varias lecturas de el Gorrión, y aunque debe hacer veinte años de la última, sigue siendo para mí una novela insólita y especial. Insólita por el género, la utopía no ha sido muy prodigada en nuestro país, insólita también por el mensaje, el lenguaje poético, la trama y los argumentos. Especial porque siendo una novela abierta, permite al lector hacer cierta lectura personal y meterse en la novela, y por eso me atrajo tanto.
La conferencia de Pedro Antonio debió abrirme los sentidos, seguramente abordó en profundidad la esencia del personaje de Eros. Yo era todo oídos…
Después de escuchar esa conferencia y de leer la novela muchas cosas cambiaron en mi vida, en lo personal, y en lo académico. Hasta ese momento, en lo académico sólo había sido capaz de aprobar una asignatura, Historia, todo lo demás para mí eran suspensos, en parte por falta de interés, o porque no era capaz, como buen rebelde adolescente, de afrontar nada que no me gustase. Llegué al mes de Junio con un único aprobado, y aunque creo que debí sacar adelante alguna evaluación de Literatura, por los trabajos que iba realizando, creo que no bastó para aprobar toda la asignatura en Junio. Sin embargo estaba decidido a cambiarlo todo en un único verano. Aquél verano de 1982, el de los mundiales, me los pasé estudiando en casa, y… ¡casi lo conseguí! aprobé creo que cinco asignaturas más en Setiembre, y no fui capaz de aprobar Latín y Griego porque en aquél verano no encontré un profesor que me diera clases, también las clases particulares costaban dinero claro… y no quería cargar a mis padres… Antes, en otros cursos, sí que recibí clases de Latín y/o griego pero aquél profesor, un tal Ricardo, excepcional, no podía ya darme clases, y afrontar esas asignaturas solo era francamente difícil en un verano. Para mí la proeza estaba lograda, creo que lo fue, sacar cinco asignaturas en setiembre no es nada fácil. Al año siguiente aprobé las dos asignaturas pendientes, en un Instituto público, y la selectividad, y empecé el periplo de la vida con la Carrera… pero esa es otra historia…
En lo que se refiere a Pedro Antonio, empezó una relación muy especial. El gorrión me dejó totalmente fascinado, en parte no podía entender que una novela así no fuera más conocida. Me lo sigo preguntando, aunque las respuestas quizá están ahí y no son tan arduas, pero esto es algo digamos, ya clásico, que ha pasado con muchos autores a lo largo del devenir de los siglos. El tiempo pone a las buenas obras en su sitio, lo caduco, que hoy es casi todo, pasa y se olvida -o no pasa del interés de su época-, lo inmortal y lo perenne se deja ver con el paso del tiempo. Así son las buenas obras y las obras buenas.
Al poco tiempo visité, en su residencia, a Pedro Antonio, me regaló Días en la playa, que no me gustó tanto, y Pisadas de Gaviotas sobre la arena, ésta última me encantó, me hizo reir muchísimo, pero no era El gorrión… Recuerdo que en las visitas que le hacía salíamos a pasear por los aledaños del recinto del colegio, los árboles estaban recién plantados… -yo mismo planté uno, y creo que aún se conserva-, él me escuchaba en mis cosas y me hablaba de las suyas… Empecé a dejarle mis libritos, que leyó y anotó con cariño… Cómo me cabreaban esos comentarios, pero debían ser así, yo estaba aprendiendo aún a escribir, y los comentarios no podían ser buenos en modo alguno. Me dejó “Cena desnuda“, el libro estaba ya agotado y ni se podía comprar, ni encontrar por lugar alguno, y tampoco tenía ejemplares que regalarme. Hoy en día -muy recientemente- lo he conseguido en una librería antigua (un ejemplar dedicado por él, qué cosas tiene la vida), aunque también recuerdo que en los años ochenta lo fotocopié del original que me dejó Paco de Andrés, luego me dedicó esas fotocopias encuadernadas. Aún conservo todo eso muy entrañablemente.

Cena desnuda

Pero la humanidad y cariño de Pedro Antonio eran increíbles, recuerdo un día que estando solo en casa tuve un cólico en el estómago, me pasé toda la noche con un dolor horrible, sin a penas poder moverme y que no se me iba…, al día siguiente, sin saber qué hacer, como ya no aguantaba más le llamé desesperado, y se presentó en mi casa -vivía muy cerca- para traerme unas medicinas!!!! Increíble… hasta de eso sabía.
A finales de 1982 leí La página perdida, el otro libro mágico para mí de Pedro Antonio; si El gorrión me dejó trastocado, la Página me tumbó del todo. El relato de Bárbara es sobrecogedor, una niña que vivía rodeada de gente pero con una gran carencia afectiva que nadie podía darle, y que por ésto no encuentra su sitio o lugar en la vida. En seguida vi que en realidad el Gorrión era como una especie de respuesta o segunda parte de la Página, no en el argumento, pero sí en su más íntima vitalidad. Así lo dejé escrito en un trabajo que presenté para la universidad en el quinto curso de carrera, trabajo que extendí en el doctorado en un conjunto de novelas utópicas. La sensibilidad vital de la existencia cotidiana  de La página perdida es difícil de novelar.
Recuerdo por aquél entonces, una conversación que tuve con Pedro Antonio, en la que le pregunté, “cuál es la solución a La página perdida“, y me respondió: “no hay solución”. Me impactó tanto aquella respuesta… que volví a preguntarle, “¿el personaje de Bárbara es real?” “Sí, es real; todos mis personajes son reales”, me respondió Pedro Antonio. “Qué ha pasado con ella”, volví a preguntar -debí de parecerle uno de esos niños impertinentes con sus preguntas-, y me dijo: “bueno quizá se ha convertido en un gorrión solitario…” Nunca olvidaré esta conversación. Siempre he pensado que las dos novelas están muy relacionadas entre sí…
Esta sensibilidad, aunque no  el dramatismo, se deja ver también en algunos cuentos de “La otra gente“. Cuando leí el  relato de El hombre de las cinco treinta lloré, lloré como una madalena, aún hoy no puedo volver a leerlo, no por falta de ganas, sino porque se me hace un nudo en la garganta al volver a revivir esa historia, y quizá por vivencias y recuerdos personales que uno no quiere evocar y que esa lectura recupera. Pero además insertados todos ellos en "Una de las cosas" todo adquiere un sentido más bello y unitario, los monólogos embellecen el conjunto de la obra…

La otra gente

Y quizá una de las novelas más impactantes para mí fue, “El trébol de tres hojas“. Tuve la suerte de que me regalase un ejemplar cuando salió publicada, recuerdo el cabreo que tenía. La edición estaba tan llena de erratas que decidió echarla para atrás, ya que el editor se negó a corregirla… una pena. Y otra incomprensión, la de que tras todos estos años, la novela permanezca inédita. Creo que me impactó más que ninguna. "El trébol" tiene un lenguaje muy poético, es una novela muy bella e íntima, la leí con más cercanía que ninguna. Recuerdo que por aquella época estaba viviendo una crisis emocional, que ahondó la ya propia crisis de identidad adolescente primera que tenía cuando conocí a Pedro Antonio, a penas dos años atrás. Había conocido a una chica y estábamos bajo un período de las turbulencias propias de la edad, muy difíciles de sobrellevar. Pedro Antonio me regaló el ejemplar, su lectura me dió un gran sosiego en ese verano tan difícil para mí. Terminé de leer la novela el 9 de julio de 1985, poco antes de ir de viaje por Europa en un interrail, y aún sigo deseando ver una edición definitiva de esta novela.
En 1987 le pregunté si no tendría un ejemplar de “La página perdida” para mí, lo había estado buscando desesperadamente por todos lados -hasta puse anuncios-, lo pude re-leer en la Biblioteca Nacional, donde lo fotocopié y encuaderné (también lo conservo dedicado), pero no había forma de conseguir un ejemplar…, a la semana siguiente me regaló y dedicó un ejemplar de “El carromarto del circo” que pudo localizar en algún sitio, una novelita preciosa, la había ya leído en 1982 -creo que me prestó un ejemplar. Es la historia de una familia y la fabulación de lo que son las relaciones humanas y familiares…, como me puso en la dedicatoria, “todo se deshace”… En aquél momento uno no tiene historia vital suficiente para alcanzar a comprender qué era eso de deshacerse…, ahora sí que lo entiendo… Pero ¿cómo era esto?, ¿le pido un libro y me regala otro? No era el libro que le pedí… Yo siempre pensé que había un mensaje en ésto…, quién sabe, uno muchas veces se hace historias que no son, aunque…
Había leído los libros de poesía “Mientras yo viva” y “Los doce cantos“, a los 17 años no era una poesía, la suya, quizá la de nadie, que pudiera asimilar y así se lo hice ver, con el lenguaje -y seguramente la osadía- propias de la edad claro, pero los Cantos eran otra cosa, ese último sí me impactó, sin embargo por aquél entonces no tenía la madurez suficiente para adentrarme más en él… Luego llegaron “Estaciones cotidianas” o “La Rama“, que mejoraron aún el placer de la lectura de su imaginario, mejor la Rama desde luego… hasta que llegó el día de leer, “Hojas y sombras“. Recuerdo que por aquél entonces había terminado yo de escribir un librito, “Palomas donde da el sol“, que Pedro Antonio valoró de forma muy diferente a todo lo que anteriormente le había presentado, y me animó enviarlo a los concursos Adonáis Hiperíon… Hojas y sombras es un poemario cercano, yo lo viví así, cercano por mis Palomas, coetáneo a él, fresco, rotundo, directo, sincero y de imborrable lectura. Sus poemas me han acompañado toda la vida… Era la época en la que coincidí en la facultad con Carlos Morales (quizá hable más adelante de aquella época), un chico canario que ahora ha estudiado la poesía de Martí, y los tres compartimos algunas cosas. Recuerdo que juntos asistimos a la lectura de Hojas de calendario en la tertulia de Prometeo…

 

Y muertes hay que abren puertas, pero odios que no valen nada; y tras la puerta, el amor, la mañana.

¡Adios, hasta la paz del agua!1


Poco después nuestra relación se enfrió, cosas que pasan, yo dejé la Facultad, completamente incapaz de asumir esa carrera y empecé a trabajar en lo que pude, un poco para buscarme a mí mismo y para olvidarme del sufrimiento de muchas cosas inasumibles. El año de 1991 fue para mí como abrir el séptimo sello -escribí un poema con ese título-, se me partió la vida por todo lo que tuve que dejar, y no hubiese querido, pero no encontré otra forma de superarme. No podía… Tantas veces uno muere para renacer, y entre esa vida que se muere y la otra que nace, uno se deja tantas cosas de uno y de los otros…Todo eso lo reviví unos años más tarde, en algunos de mis poemas de mi mejor libro hasta ahora -inédito- Génesis, libro que dicho sea de paso ando por publicar con el título de esta página,LaPalabraMágica. Si no encuentro editor, es posible que vea la luz aquí… Creo incluso que esta web o la idea de esta web, fue, cuando la abrí, la sucesión de ese poemario…
En el verano pasado llegué a enterarme, por internet, de la muerte de Pedro Antonio Urbina, con dos años de retraso, aún ahora me emociona esta noticia, no podía ni puedo creermelo, y sentí no haberle vuelto a ver… No sé por qué nos distanciamos, o sí, quizá fuera inevitable dado el rumbo que estaba tomando mi vida, pero era algo que tampoco hubiese querido que sucediera, o desde luego que siento y lloro ahora sin consuelo. Por aquél entonces, el pasado verano del 2010, estaba sufriendo de ciática y apenas podía moverme, así que esperé unos meses para recuperarme, también porque de junio a agosto no había nadie en Tajamar…, pero lo dejé para setiembre. Algo me impulsaba a ir, me acerqué a ver a Paco de Andrés, el profesor por quien le conocí, y al hacerle saber el motivo de mi visita -después de no sé cuantos años- me eché a llorar sin evitarlo ni poder parar…, quizá por lo que sé que le debo, quizá porque no le puedo ya dar las gracias por todo, quizá porque ahora ya sabía de mis carencias y mi osadía adolescente, quizá por tantas cosas que viví y siento irrepetibles… Me dí una vuelta por el bosque, casi inexistente, o muy mermado, pues ahora han construido otros edificios, por donde solíamos pasear, y entré en la Cripta, a donde nunca antes entraba, aún no sé si soy o no creyente, pero era una forma de acercarme a él, o sencillamente sentí la necesidad de entrar…
Siempre había llevado en mí la historia de Eros, o el libro de el gorrión, siempre había tenido el final del libro como un anhelo de algo que debía venir, pero desde que me enteré de la muerte de Pau algo me ha pasado, y algo que desde siempre había sentido y vivido como un anhelo, siento ahora con mucho más sentido que nunca, y de manera inexplicable, como muy íntimo y cercano:
 

Pero ahora sé que te has levantado de tu olvido,
y vienes hacia mí lleno de amor ,
es tiempo de que me quieras;
el tiempo ha venido ya…2



1 PAU: Hojas y sombras.
2 PAU: Gorrión solitario en el tejado.